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BREVE HISTORIA SOBRE LA DEFICIENCIA DEL YODO

Erradicar la deficiencia de yodo y las enfermedades que provoca - el cretinismo y el bocio – ha sido uno de los grandes triunfos para la gran mayoría de países occidentales durante el siglo XX. Sin embargo, hoy en día siguen existiendo países con esta problemática y se calcula que entre los afectados hay dos millones de niños.

 

La deficiencia de yodo disminuyó considerablemente durante la primera mitad del siglo XX en Estados Unidos y en gran parte de Europa gracias a campañas de sensibilización lideradas por organismos gubernamentales y por la acción voluntaria de fabricantes del sector de la alimentación que incluyeron la sal yodada en los procesos de elaboración de sus productos.

 

A partir de los 50, el interés se focalizó en países en vías de desarrollo como Ecuador, China o Mongolia, donde se apreció que la deficiencia de yodo se concentraba sobre todo en fase prenatal y se empezaron a trabajar en nuevas iniciativas.

 

Desde 1962 la OMS recomienda la sal como el vehículo más adecuado y económico para hacer llegar el yodo a la población. Otros como la agua o el pan dependen de las condiciones del suministro público de la zona o del consumo de alimentos según el propio individuo o la clase social a la que pertenece. Y alternativas como las cápsulas de aceite yodado o las inyecciones de yodo resultan muy costosas económicamente. Sin embargo, llevar a cabo esta tarea sigue resultando laborioso en algunas áreas, por falta de infraestructura, por la poca disponibilidad de sal yodada en la zona o incluso por la interferencia de algunos organismos gubernamentales.

 

No obstante  los investigadores usan cada vez más su creatividad para estudiar nuevas formas para afrontar tal reto en ciertos lugares del mundo. Un ejemplo de ello, lo protagonizó el pediatra neurólogo Robert DeLong que realizó un estudio mediante la inclusión de un compuesto yodado en las reservas de agua en un área del Sur de China y de Mongolia, consiguiendo que el yodo llegara a toda la comunidad de forma efectiva. A pesar de los buenos resultados, es un programa que requiere de inversiones económicas y un cauteloso trabajo de control.

 

Aun así, estrategias locales como éstas ayudan a complementar los programas nacionales en los que las instituciones públicas siguen trabajando para llegar al objetivo de la yodación universal en el año 2020.

 

Desde 1983 existe una ley en España que regula la cantidad de yodo que debe contener la sal. Sal Costa fue pionera en llevarla al mercado con una línea de productos de sal yodada enriquecida con otros minerales para aportar a la dieta de nuestros consumidores la dosis diaria recomendada. Recuerda: 3 g al día de sal yodada.

Fuente: IDDD