Iniciada la temporada de caza, nos quedamos con una de nuestras aves favoritas, el pato. De él se obtiene una sabrosa carne y deliciosos jamón y foie gras.

Es una carne muy calórica por su gran cantidad de grasa pero, por suerte, esta se encuentra casi en su totalidad en la piel. Por lo que si la retiramos, el aporte es mucho menor y apto para su consumo a cualquier edad. Tiene un alto contenido en proteínas y vitaminas (tiamina, riboflavina, niacina y vitamina B12). Todas ellas son hidrosolubles, se disuelven en agua y son necesarias para el funcionamiento de nuestro metabolismo.

Con respecto a los minerales, es una buena fuente de hierro – para el transporte de oxígeno por todo nuestro organismo - , fósforo – para el desarrollo y mantenimiento de nuestro sistema óseo y de nuestros dientes - y zinc – para evitar posibles problemas de crecimiento y nutrición - .

El pato puede prepararse al horno, cocido o a la plancha e ir acompañado de guarniciones de una gran variedad de verduras y tubérculos. Su carne contrasta muy bien con sabores con un toque dulce: salsas a base de vinos como Pedro Ximénez o Oporto y de frutas como la naranja y la manzana. Si somos curiosos de paladar, podemos atrevernos con uno de los platos más populares de China, el pato laqueado, o con cualquiera de las exquisiteces francesas como el magret, el confit o el rillete. Y con una de estas últimas nos quedamos: Magrets de pato con chutney de pera y vainilla a la sal.

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