En verano es temporada de ensaladas y entrantes fríos, y el tomate es uno de los ingredientes clave en nuestra dieta.

Tomates hay todo el año gracias a los invernaderos pero los de mejor calidad, sobretodo para consumirlos en crudo, son los que se recolectan entre los meses de agosto y octubre gracias a su maduración al sol en pleno campo. Existen casi cien variedades de tomates que se clasifican según uso, tamaño y forma.

El tomate es un alimento saciante y de bajo valor energético haciéndolo así ideal para las dietas de control de peso. Además su contenido en fibra ayuda a prevenir el estreñimiento y contribuye a reducir el colesterol. Su aportación de vitaminas A, C y E lo convierten en una interesante fuente de antioxidantes  que actúa como protector de nuestro organismo. Además la vitamina A favorece la visión, los huesos, la piel, el cabello y el sistema inmunológico. El potasio, que también encontramos, actúa con efecto diurético evitando así la retención de líquidos.

A la hora de comprarlos, elegiremos los de color rojo vivo con la piel lisa, sin magulladuras o manchas. Si nuestra intención es consumirlos el mismo día, los podemos coger maduros, pero podemos comprarlos un poco verdes para que sigan madurando durante su almacenamiento. Si los consumimos crudos, recomendamos lavarlos con abundante agua y unas gotitas de lejía para eliminar cualquier germen.

Como decíamos antes, el tomate complementa cualquier tipo de plato. Es uno de los ingredientes estrella en cremas frías como el gazpacho o el salmorejo, se puede untar en el pan ‘a la catalana’ o cortarlo en rodajas para añadir en bocadillos o en masas de pizza o crepes. También acompaña perfectamente a carnes y pescados en salsas, rellenos o sencillamente horneados. Pero podemos incluso disfrutarlos de una forma más simple: aliñados con un poco de aceite y Sal Costa o dándole un toque único con los Molinillos Gourmet o las Cremas de Balsámico de Sal Costa.

Descubre las recetas que hemos preparado para ti.