En la última década, gracias a sus beneficios para la salud, se ha popularizado el consumo del brócoli a lo largo de todo el año. Sin embargo, el invierno y la primavera son las estaciones ideales para encontrar las mejores piezas. 

El brócoli es una fuente rica de vitamina C, fundamental para favorecer la formación de huesos, dientes y glóbulos rojos y para mejorar la resistencia a las infecciones. También lo es de beta-caroteno:un pigmento natural que una vez se encuentra en nuestro organismo se transforma en vitamina A, necesaria para el mantenimiento de nuestros tejidos y para el desarrollo del sistema nervioso. Entre los minerales, destaca el potasio que interviene en el funcionamiento de la actividad muscular y en la transmisión y generación del impulso nervioso. El brócoli también es una buena fuente de hierro, yodo, magnesio, calcio y zinc.

El consumo de esta hortaliza es recomendable para todo tipo de personas. En especial, para aquellas que realizan dietas de pérdida de peso, por su bajo aporte calórico, y aquellas que padecen retención de líquidos gracias a su alta composición de agua y a su bajo contenido en sodio. Aun así, su consumo debe ser moderado por tratarse de una fuente rica en fibra.

Para su preparación debemos elegir una pieza compacta, con racimos pequeños y color brillante. Una vez esté en nuestra despensa, el brócoli acepta distintas preparaciones: hervido, al vapor, salteado, gratinado al horno e incluso crudo. Se puede servir con otras verduras, como guarnición de pescados y carnes e incluso añadir en pizzas. En Sal Costa te proponemos una receta un tanto exótica: Sopa de coco y brócoli. ¿Te atreves?