El papel de la sal va más allá del de aditivo para nuestra dieta alimenticia. Sus aportaciones en el progreso de nuestra sociedad se extienden en diferentes ámbitos.

En la antigüedad, la sal tuvo un importante papel en el crecimiento de las poblaciones, ya que gracias a su función conservante se facilitaba el transporte y almacenamiento de alimentos durante varios días. Un elemento clave para el desarrollo de los inicios de la ganadería y la pesca que cambiaron, junto a la agricultura, el estilo nómada de la humanidad hacia el sedentarismo.

Gracias a su origen natural, la sal siempre ha sido considerada uno de los aditivos más seguros para nuestra alimentación. Y aparte de su ya conocida capacidad para resaltar y potenciar sabores, las sales enriquecidas con yodo, flúor o otros minerales también contribuyen a cubrir las deficiencias de estos minerales previendo e erradicando así enfermedades. 

A nivel industrial, es partícipe de varios procesos industriales y en la producción de materiales como la fabricación de plásticos, papel o textiles o en productos como fármacos, detergentes, cosméticos o perfumes. Además, interviene en el proceso de desinfección del agua del cloro para su potabilización y combate el hielo que se forma en calles y carreteras durante heladas y nevadas facilitando vías de acceso y nuestra movilidad.

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Fuente: Instituto de la Sal